Ahí está, rapada, descalza, guerrera, entonando su lanza que le dio fama y la llevó a la batalla. Esa que ella quería pelear, más allá de todo lo demás. Y se la ve exultante, feliz, porque sabe que llegó y que está lista. Genuina y talentosa como pocas, Sinéad dejó su marca, un branding que ninguna agencia de marketing puede inventar.
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